7 razones por las cuales se debe hablar de tóxicos en el hogar

El estilo de vida urbano que tanto se aprecia hoy día es efecto o consecuencia, entre otras cosas, de la incorporación gradual de los químicos en la vida diaria: desde la pasta dental que se usa cada mañana, pasando por el gel para el cabello, el agua de colonia, los medicamentos o complementos nutricionales, sin olvidar las pinturas y barnices, son tan solo ejemplos de los muchos químicos que hacen posible ese estilo de vida caracterizado por la limpieza, la frescura y la higiene.

Pero ello tiene un precio, más allá del costo comercial del producto, y se trata de los riesgos que estas sustancias o mezclas suponen para las personas, propiedades y medioambiente; por tanto he allí la primera razón de hablar de tóxicos en el hogar: pues aunque hacen parte de la vida cotidiana implican distintos niveles de riesgos. Tan solo en el período 2016-2017 en USA, el número de solicitudes de asistencia especializada por posibles intoxicaciones en el hogar fue de 2.7 y 2.12 millones de personas respectivamente (1, 2), lo que equivale a 6.4 sujetos por cada 1000 habitantes y a una llamada a un centro de control de intoxicaciones cada 14.9 segundos.

La frecuencia de este tipo de eventos constituye la segunda razón que obliga a hablar de ellas en el hogar, más aún si se considera que su manejo causó un costo cercano a los 1.800.000.000 USD$. Situación que afecta a todos los grupos de edades en especial los niños menores a 6 años y adultos jóvenes, por ello su costo y el tipo de población afectada se constituye en las razones tres y cuatro de esta lista.

Pero cuando se revisa el detalle de la información, los datos revelan que más del 70 % de los eventos se corresponden con exposiciones no intencionales; es decir situaciones que ocurrieron inadvertidamente en un sujeto que no tenía conocimiento del riesgo o si lo tenía no pensaba en su magnitud. Y ello es otra razón del por qué hablar del problema con la familia, al ser un asunto de interés grupal, con consecuencias potencialmente graves y que puede pasarle a cualquiera.

Otra de las razones se encuentra, y sería la sexta, en el tipo de sustancias relacionadas con la exposición; en los niños los cosméticos y productos de higiene personal son la causa más frecuente de posibles intoxicaciones, seguido por las sustancias de limpieza, analgésicos, cuerpos extraños (los componentes de los juguetes y otros objetos), preparaciones tópicas, antihistamínicos, vitaminas, pesticidas, suplementos dietéticos/herbales/homeopáticos y plantas. Mientras que en adultos los medicamentos ocupan los primeros lugares: analgésicos, sedantes/hipnóticos/antipsicóticos, antidepresivos, medicamentos de acción cardiovascular, sustancias de limpieza para el hogar, alcohol, anticonvulsivantes, pesticidas, estimulantes/drogas de calle y, los antihistamínicos (1).

Dicho de otro modo no fueron productos químicos de uso industrial las causas de los eventos descritos en la estadística antes citada, fueron sustancias o mezclas de uso cotidiano, al alcance de la mano y en otros casos prescritas por los médicos. Y esto es una razón más para considerar su incorporación como parte de las conversaciones familiares a fin de promover el uso consciente y seguro de los mismos.

El descuido, el desconocimiento, el mal uso, los errores en la interpretación de la prescripción o la confusión, fueron las razones descritas por la mayoría de los afectados. Todas ellas susceptibles de ser evitadas o minimizar su impacto con tan solo promover educación en prevención de accidentes en el hogar.

Más allá de lo ya descrito, los químicos están presentes en todas las áreas del hogar: desde el garaje hasta el jardín, pasando por la sala al dormitorio, en la lavandería y el baño, así como también en las cocinas (3), siendo ésta otra de las razones que se acumula a la lista en desarrollo. Sustancias irritantes, corrosivas, con riesgo de asfixia, otras que entrañan riesgos para la salud, pasando por sensibilizantes de vías aéreas o piel, hasta carcinogénicos, mutagénicos, son tan solo una muestra de la larga lista de sustancias/mezclas en uso en cualquier hogar.

A modo de ejemplo, conforme a los datos suministrados por la Cleveland Clinic en el garaje se encuentran productos como:
(a) etilenglicol que es el principal componente de los anticongelantes y que puede ser fatal tanto para personas como para las mascotas; asimismo

(b) metales pesados son contaminantes frecuentes del aceite de motor usado para el correcto funcionamiento del motor, tales metales pueden causar desde daño neurológico a cáncer;

(c) pinturas de látex, solubles en agua, que aunque son de baja toxicidad en ocasiones en el proceso de secado liberan formaldehido que causa dolor de cabeza, mareo, irritación ocular o de vías aéreas;

(d) pinturas con base de aceite engrosan la lista, cuyo contenido en solventes orgánicos son causa frecuente de irritación ocular e incluso pueden lesionar piel y la exposición repetida a los mismos, puede acarrear serios problemas para la salud a nivel renal, hepático o sanguíneo;

(e) las baterías de los vehículos también constituyen productos peligrosos por su contenido en ácido sulfúrico (aquellas que lo contienen) o por el riesgo que supone la emisión de gases explosivos en determinadas condiciones;

(f) como peligroso resulta también el líquido limpiavidrios por la combinación de etilenglicol, metanol e isopropanol que pueden causar irritación, serios riesgos para la salud, incluso la muerte en caso de ingestión (3).

En el dormitorio, las
(g) bolas de naftalina son un riesgo frecuente al estar compuestas por naftaleno y el p-diclorobenceno, los vapores que despiden actúan como irritantes de piel o vías respiratorias, así como garganta, mareos; la exposición repetida al producto puede producir cataratas y daño hepático.  En el baño, de uso común resultan:

(h) los limpiadores del vaso sanitario por el hipoclorito de sodio y el ácido hidroclórico (blanqueador) que por sí solos actúan como potentes irritantes de vías aéreas, ojos e incluso pueden causar quemaduras;

(i) los removedores de moho y hongos, son también frecuentes, éstos contienen cloro y cloruros de alquil-amonio que pueden causar irritación y en caso de ingestión, quemaduras en vías digestivas.

(j) Los limpiadrenajes por su contenido en lejía y ácido sulfúrico se suman a la lista de productos peligrosos; en el caso de la lejía puede causar irritación de vías aéreas, quemaduras de piel, y si se ingiere quemaduras de vías digestivas superiores; en el caso del ácido sulfúrico, puede actuar como irritante e incluso causar severas quemaduras; ambas sustancias liberan gases peligrosos (3).

La lista se continúa con el: benzaldehído, alcanfor, etil-acetato, benzil-acetato, linalool, acetona y el cloruro de metileno presentes en los perfumes y cuyos efectos van desde mareo, náuseas, resequedad, dolor de cabeza a daño renal. A estos habría que agregar los bromodifeniléteres (PBDEs) presentes muchas veces en los colchones, asociados con daño neurológico, toxicidad reproductiva, disminución en la calidad espermática y, problemas de tiroides. Como también habría que incluir, los ftalatos (componentes de los contenedores plásticos) que pueden causar disrupción endocrina en humanos con repercusión en el desarrollo neurológico y reproductivo (4).

Bisfenol A (presentes en las botellas de agua), aluminio (anti-transpirante), sales de amonio cuaternario (presente en los suavizantes de ropa), el politetrafluoroetileno o teflón (que recubre muchos de los utensilios de cocina), bromo y cloro (usados como retardantes del fuego en productos infantiles), son tan solo otros de los tantos químicos presentes en el día a día de cualquier persona en el mundo.

La presencia, la costumbre y la necesidad obliga a aprender a hacer un uso racional y seguro de estos y cualquier otro tipo de producto que resulte potencial o realmente peligroso; hacerlo pasa por comprar conscientemente el producto, conocer su composición, hacer uso de alternativas naturales o sintéticas que resulten menos dañinas o inocuas, pero por sobre todas las cosas mantener estos productos fuera del alcance de los niños y mascotas, así como usar el producto conforme a las recomendaciones sugeridas.

Finalmente si se desea conocer más sobre éstos y otras sustancias peligrosas puede consultarse no solo nuestra página web, Hazox.com, también la de la AAPCC, la EPA o muchas otras donde especialistas ofrecen información sobre usos sugeridos, modos adecuados de empleo y qué hacer en caso de posibles intoxicaciones. 

 Referencias: